Amado Dios
Aunque siempre te llamé Padre
Sé que –ante todo-
Eres mi Madre
Eterna Dadora de Vida
Para quien en ti se sostiene
Cada instante es un presente
Que rebosa de infinitas bendiciones
Vasta Hacedora de Universos
Tú formaste mis entrañas
Y en cada fibra de mi Ser
Descubro Tu más amorosa herencia,
Tu más sagrado legado
Diosa y Madre
En Tu Luz, no hay oscuridad que me cubra,
Ni sombras que me enceguezcan
Madre y Diosa,
En Tu Presencia, anhelo ser la gota que se diluye en el Océano
La roca que la caricia del mar
En incontable arena desmenuza
La huella que de la arena se esfuma
Bajo el sudario de espuma de la mar
Tu Amor incondicional
Transforma en dulce miel la hiel de mis pesares
Convierte en fértil huerta la tierra más baldía
Mis temores sosiega, mis congojas consuela
De mi mente evapora todo rocío de agonía
Bajo tu protección
A ningún problema o tribulación temo
Tú eres la alta cumbre –nívea y protectora-
Que de toda angustia me guarda, de toda inquietud me escuda
Madre inmortal –a quien también llamo Padre-
Dios único que a todos nos integra
Incapaz de forjar infiernos que quebranten a sus Hijos
Bendíceme con Tu bálsamo de Paz
Arrúllame en la perpetua quietud de tu vientre universal
Y concíbeme en la impecable Luz de Tu Vida eterna, Amén.
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